Había un tipo parado ahí. Me estaba mirando.
Tal vez estaba drogado... o no sé por qué sus ojos estaban tan verdes. ¿Enfermedad? Creo que no, tal vez de la cabeza.
Estaba vendiendo ideas revolucionarias. Yo pasé al lado de él, con la intención de mirar el catalogo, pero me dí cuenta de que una señora venía caminando detrás de mí y me dio pena. No se pueden tener ideas revolucionarias sin la intención de querer revolucionar... sería como decir que enamorarse no tiene nada que ver con sentir amor, aunque así sea.
"Invenciones futuristas", gritaba el hombre, "pobre loco", dijo la mujer. ¿Y yo qué decía? Me preguntaba si de verdad sentía lastima por él o si dijo "pobre" por no utilizar la palabra "pinche". Caminé hasta la próxima esquina, evitando su mirada, y me escondí detrás de una pared. Desde ahí miraba. Después pasó un tipo bien vestido, con traje de marca. Miró al tipo y le lanzó una moneda, luego siguió su camino. El vendedor se quedó algo confundido, yo digo que porque sabe que la gente es lo bastante egoísta como para regalar dinero, aunque sea sólo una moneda.
Y yo seguía escondido. No me animaba a acercarme. Después de unos 5 minutos apareció una mujer con su pequeña hija. El hombre le habló sobre su producto y la mujer ni siquiera volteo a verlo, al contrario, alejó a la niña como si el vendedor tuviese rabia. El "pobre hombre" se veía ya un tanto decaído. Triste de que nadie le prestara atención. Yo seguía ahí parado, con ganas de ir pero sin el valor de hacerlo. Luego pasó un muchacho que al fin se detuvo a escuchar al hombre, sólo para burlarse de él.
-¡Vendo sueños hechos realidad muchacho!
-¿Y a como das las almohadas? - preguntó en tono burlón.
El vendedor entendió de inmediato, sólo pudo bajar la mirada y quedarse callado. Yo miraba enojado, mientras este POBRE mono se alejaba riendo. El vendedor se desesperó y cuando por fin me animé a salir y acercarme, se fue.