domingo, 14 de noviembre de 2010

Coca

En lo personal me desagrada que algunas personas se suban al transporte publico a vender discos de Wisin y Yandel o Don Omar.

El otro día iba de regreso a mi casa, después de un día de escuela. Yo llego a la base de los camiones y tengo que formarme para abordar dicho vehículo.
Generalmente (cuando llega a pasar) las señoras se paran detrás de mi y me preguntan: "¿Para donde va esta fila?". Yo respondo "Ni idea" con una carita estúpida, y las señoras se molestan por que no les doy bien las direcciones.

En fin,esta vez quise que fuera distinto. Estaba yo formado, cuando llegó una señora a preguntarme cual era la dirección de la fila. Como ya era mi costumbre, pensé en decirle que no sabía y seguir con mi vida, mi bella vida. Pero no, esta vez me quise ver decente. Le dije hacia dónde se dirigía y, conforme, se formó detrás de mi. Se me grabó la apariencia de la señora porque su chamarra era rosa y era horrible.

Me subí al camión dispuesto a llegar rápido a mi casa y escuchar algo de música. El conductor se bajó del transporte y (por lo mismo) no había nadie que cobrara.
Me imagino que estaba confiado en que nadie más subiría ya, pues no quedaban lugares para sentarse y la gente se cansa de ir parada.
La señora de la chamarra chingamelaspupilas se subió después de que yo lo hice y, al ver que nadie cobraba, se quedó pensativa. Su meditación duró alrededor de 10 segundos, después encontró el ultimo lugar disponible para sentarse. Fingía demencia.

Yo me molesté con la señora, creo que era lógico. Yo venía de la escuela, un tanto cansado. Cumplí con pagar mi pasaje y creo que hice lo que debía hacer.
La señora en cambio, se subió sin pagar e incluso iba sentada, cómodamente actuando el sueño. No supe si se vio más lista que yo o yo me vi más pendejo (pa´l caso es lo mismo,si no entendieron el juego de palabras).
Entonces yo estaba molesto, obvio, y dispuesto a exigirle que pagara lo que debía y actuara con honestidad, como debía hacerlo.

Muchas veces pensé y repasé lo que iba a decirle. Tenía que darle un buen argumento, explicarle la injusticia de su acto y hacer gala de mi mamonería.
Pero cuando estaba planeando mi movida, me vino a la cabeza la idea de que yo habría hecho lo mismo. Digo, al fin y al cabo, eran unos centavitos y servían. Me invadió por un momento la idea estúpida, cuando después comprendí que era sólo un pretexto.
¿Pero un pretexto para qué? Para mi cobardía,quizás. Mi flojera. Mi conformismo tantas veces negado.

En fin,me dí cuenta de que tenía que hacerlo, debía hacerlo. Era mi deber como ciudadano! Era mi deber como persona.
Era una situación de injusticia que necesitaba ser corregida!

Al final llegué a la calle dónde bajo, miré a la señora y odié su chamarra.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Calaverita

Ay, mi México querido
con tus flores y garnachas...
Ya hueles a podrido
con tus muertos y tus tachas.